jueves, 21 de mayo de 2009

Giro 12º etapa. Denis Menchov se encumbra con el alma de Horrillo

(ciclismo a fondo) Menuda naranja mecánica ésa que viene volando desde lejos!". Lo exclamaban asombrados los centenares de aficionados apostados en las cunetas del Passo del Termine, última subida de la CRI. Por allí pasó, detonador, Denis Menchov, deflagrante explosivo ruso curtido en España.Disputó la contrarreloj en ventaja numérica, garantía filosófica de éxito. La necesitaba en una jornada donde su minuto y veinte segundos de retraso con Danilo Di Luca lo situaban al a retaguardia expectante del líder del LPR y el especialista Levi Leipheimer. Vigilante de una armada italiana, intimidadora hasta el momento del Giro de Italia. Pero Menchov, inteligencia suprema, tiró de filosofía. Estudio exhalado por su compañero Pedro Horrillo. Utilizó para su exhibición cuatro piernas y dos almas, simple ejercicio de superioridad y garantía de éxito. Contaba con las suyas, inspirados bloques de instinto demoledor en contrarreloj, y las de Pedro Horrillo, apostadas en cuerpo a la cama del Hospital de Bérgamo. Rasgadas desde la octava etapa de un Giro que ya lidera su compañero gracias a la viva del vizcaíno que le empujó. Ni el empeño de Leipheimer ni la rebeldía de Danilo Di Luca pararon el ánima de Menchov y Horillo. Juntos en espíritu. Supervivientes y triunfadores ambos.

Apostó Levi Leipehimer por un sprint, golpe de riñón incluido, para culminar los más de sesenta kilómetros de esparcimiento por los hermosos balcones de las cinco tierras, desde Sestri Levante hasta Riomaggiore. Caminos pedregosos llenos de curvas. Molesta orografía para americano, dado a la llanura californiana y cronometradas sin aliento por carreteras planas y matadoras. Luchó en los últimos metros como si de una 'volata' se tratara, pero con la diferencia de rodar en solitario, acompañado solo por la visión fantasmal, cada vez más real y humana que se apostaba sus espaldas. Tortura rusa. No le permitió un halo de respiro a Leipheimer el corredor del Rabobank. Ni un medio suspiro. Ni siquiera el consentimiento de observar el bello paisaje mediterráneo de pueblos escarpados en las colinas abiertas al mar. Cada marca de Leipheimer era superada, por un instintivo Menchov, No permitió tregua ni siquiera en la punta del Passo del Bracco, donde requisó las primeras atenciones. 18 segundos a Leipheimer y 43 a Di Luca. El principio del hundimiento.

A pesar de la euforia, el alma filosófica de Pedro Horrillo enfrió la mente de Denis Menchov. Era un trazado constante, exigente en todos y cada uno de sus largos 60 kilómetros, donde un pequeño despiste suponía un castigo insalvable. Lo supo Gabriele Bosisio. Sorpresivo en el primer punto intermedio, donde solo fue superado por Menchov, pero que después se fue camuflando entre las curvas del parque nacional italiano, para terminar octavo, a más de dos minutos del corredor del Rabobank. Igual suerte corrió Scarponi, turista por las curvas de 'Cinque Terre', combativo al inicio, pero distraído después. Las duras rampas del Passo del Termine terminaron por minarle y no pudo revocar en meta la notable primera parte de contrarreloj que realizó. En la lista de calificaciones fue superado por Stefano Garzelli, esplendoroso y descomunal rendimiento. El italiano realizó una de las mejores contrarrelojes de toda su carrera profesional. Ni Lance Armstrong, ni Ivan Basso ni tampoco Franco Pellizotti revocaron su examen. Matrícula de honor.

Garzelli mejor tiemplo
Al del Acqua&Sapone solo le faltó alma para dar al traste con las aspiraciones de los contrarrelojistas. Solo la tenía Menchov, enérgica y prestada. Regalo de Pedro Horrillo, respaldo exitoso. Mientras, Danilo Di Luca, todo pundonor y coraje, exprimió cada metro, estudiado al milímetro. Pedaleo ligero y desgarrador, como acostumbra, el italiano se dejó 43 segundos en la cima del Bracco, que aumentaron a 46 en el segundo paso intermedio. Voló en el descenso, calculado, pero no le sirvió ante el pedalear espirituoso de Denis Menchov, acoplado en sí mismo. Apenas levantó el cuello para esparcirse y disfrutar del avituallamiento. Acierto. Leipheimer, por contra, bajó el ritmo para reponer fuerzas calóricas ante el suplicio al que le estaba sometiendo el ruso. Correcta postura, pegada a los cuernos del manillar que tanto adora y a los que condicionó su conquista del Giro de Italia. Equilibrado. No así Armstrong, desconcertado ante la bolsa avitualladora que le descolocó. Tardó el americano en reengancharse a su propia bicicleta, incómodo. En medio de todo el esfuerzo necesitó refrescar su aliento con un estiramiento improvisado.

No fue una de esas tardes de maestría del heptacampeón del Tour de Francia, cuando en la misma ronda gala cortaba orejas por doquier en las contrarreloj y dejaba la carrera intimidada, con miedo a sus rivales. Pero el americano salvó los muebles. Dos minutos y 26 segundos de castigo y clarividencia. Señal inequívoca de un pasado que no vuelve. Fue también transparente el rendimiento de Ivan Basso, discreto y encubierto por sí mismo desde los primeros compases del Passo Braco. Desconcertado. Oculto ante el propio empuje de su compañero Pellizotti, alternativa de liderato que toca la puerta del Liquigas. En el mismo tiempo que el varesino se quedó Carlos Sastre, de ritmo cansino en Termine, pero constante durante toda la etapa. Misma vara pero diferente medición para ambos, que se quedan ahora separados por más de dos minutos con Denis Menchov.

Con Leipheimer marcando el mejor tiempo y Menchov separado por 46 segundos del tinte rosa del liderato, Di Luca, enfadado consigo mismo, empeñó sus esfuerzos en la ascensión al Termine. Ferviente como acostumbra, lanzó gritos a todo aquel que quiso tocarle la maglia. Era suya. Rechistaba, inconformista ante el arrojo de Denis Menchov. Es la consecuencia de una sangre caliente. Ardorosa. Pero ni la vehemencia pudo sostenerle el rosa con el minuto y 54 segundos que le cayeron, jarro de agua helada, en meta. "Ha andado muy fuerte y era muy difícil aguantarle", se le adivinaba a escuchar al del LPR, todavía vestido de rosa mientras se despedía del liderato. "¿Cuando volveré a cogerla? Lo antes que pueda". Palabra de matador. Promesa a sus entrañas. De ellas, corazón y voluntad, deberá ayudarse, frente a la ventajosa resistencia de Denis Menchov, líder de cinco tierras. Alpe di Siusi, Passo del Bracco, Termine, Riomaggiore y Culmine di San Pietro, donde rescató el alma de Pedro Horrillo para darle aliento a su liderato y prestar su seria candidatura a la victoria en el Giro de Italia del Centenario.

No hay comentarios: