domingo, 14 de septiembre de 2008

Contador no perdona

El madrileño se afianza en la clasificación general tras su victoria en Fuentes de Invierno

(ciclismoafondo.com) Los proyectiles de Alberto Contador son fatídicos. Letales. Ya sea en el Angliru, o en Fuentes de Invierno. Su revólver siempre está cargado. Hasta los topes. Dispuesto a arrasar con todo lo que se interponga en su camino. Matador. No entiende de compasiones. El perdón no cabe en su diccionario. La confianza en los rivales, tampoco. Por eso no desaprovechó la oportunidad de asestar otro golpe más a la Vuelta a España. Efímero. Y a los rivales que todavía guardaban la esperanza de hacer sombra en la montaña al corredor de Pinto. Funesto. Ni el fuerte ritmo del guerrero Ezequiel Mosquera le sacó de punto. Aguantó con el gallego y midió sus fuerzas. No tenía aún tomada su medida. En menos de un kilómetro lo calibró. Lo dejó atracando. Y sin victoria.

Poderío y garra. La misma que en el Angliru, pero con menos pendiente. Era suficiente. En Pla de Veret apenas pudo sacar diferencias. La subida era llana. Pero en Asturias sí. Era su terreno. Y del paraíso natural sale refrescado. Sólo él. El resto del pelotón, anulado. La carrera, muerta. Sólo un ataque suicida puede poner emoción. Como el de Ezequiel Mosquera, el valiente gallego que apostó fuerte. A caballo perdedor. Pero quería reivindicarse a sí mismo, después de no haber podido aguantar con los mejores en el Angliru. Asturias le enfada. El Angliru no le fue provechoso. El olimpo no es lugar para batalladores. Una estación de esquí, tampoco. Pero no desistió. Hasta donde las piernas revienten.

Por reivindicación se lanzó a eliminar rivales, como soldados en una guerra. Es lo suyo. Soldado suicida. Seleccionó al pelotón hasta dejar en cabeza a Alberto Contador, Levi Leipheimer, Alejandro Valverde y un recuperado Carlos Sastre, pero no tardó en cobrarse su primera víctima. Un coloso. Alejandro Valverde fue incapaz de seguir su ritmo. El Caisse d' epargne había trabajado durante toda la etapa para echar abajo la escapada de once corredores a los que tuvieron controlados. No les dejaron coger más de cinco minutos de ventaja. Era el día de Valverde. Pero el murciano se quedó clavado en las selectivas rampas del Puerto de San Isidro. Atrancado. Pagó caros los esfuerzos del Angliru.

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